Desde el arroz madrouba hasta el plato nacional machboos, pasando por las crepas locales regag o el guiso de marguga. En la comida qatarí la tradición y las recetas milenarias juegan un papel fundamental , así como sus especias, en especial el singular bezar, protagonista de la gran mayoría de sus platos más típicos.
La gastronomía del emirato es el resultado de una cuidadosa travesía por el desierto, el mar y el legado de un pueblo que también se abre a la nueva cocina para enriquecer la esencia culinaria del país.
“Es una experiencia maravillosa. Tiene multitud de sabores, muchas especias. Cada plato tiene una receta única. Por eso cuando los pruebas nunca son iguales. Hay que probarlo todo”””, asegura a EFE Noor al Mazroei, máximo exponente de la nueva cocina catarí.
La chef ha tenido un recorrido meteórico. Empezó subiendo sus recetas en internet y desde entonces ha tenido una acogida extraordinaria: “Me convertí en chef probando y cometiendo muchos errores. Era una pasión. Empecé en casa y luego a compartir mis recetas en redes sociales. Después de eso, empecé a colaborar con cada vez más restaurantes y fui creciendo poco a poco”, narra.
Noor cocina desde que es una niña, gracias a su abuela, pero ahora es habitual poderla ver en instagram (@noor_almazroei) paseando con David Beckham por el bazar qatarí o haciendo un showcooking con alguno de los mejores chefs del mundo. Su secreto es la creatividad, el respeto por las tradiciones y mucho sacrificio.
“No quiero transformar o cambiar la comida qatarí, quiero dar opciones. Cuando se celebran eventos como la Copa del Mundo hay personas que son veganas, que no pueden tomar gluten o que son vegetarianas. Todos merecen disfrutar la comida catarí. Por eso me gusta ofrecer alternativas. Así, si quieres probar un plato típico, puedes encontrarlo de la forma que quieras”, apunta.
A la hora de cocinar, Noor piensa siempre en el sabor, la textura, la presentación y crear algo único sin dejar al lado la tradición. “Mi objetivo es hacer comida saludable catarí. La comida tiene que ser para todo el mundo”, añade.
Una pasión que nace de las dificultades que ha tenido en la vida para poder encontrar establecimientos en los que poder comer junto a su hija que, al ser celíaca, no tolera el gluten, presente en casi toda la comida regional. “Era una especie de discriminación”, apunta.
“Nuestra comida tradicional suele incluir carne, pollo o pescado. Las recetas veganas es algo que no se encuentra fácilmente en nuestra cocina. Así que podemos hacer el mismo arroz pero hacerlo vegano, con los mismos sabores y las mismas especias, porque nuestro secreto está en las especias. Podemos quitar el pollo y usar cualquier tipo de verdura que nos guste y hacerlo sin sacrificar el sabor”, señala.
En su menú, Noor tiene su propia versión de la madrouba (arroz para acompañar, cocinado a fuego lento con leche, cardamomo o pollo, entre otros ingredientes) en la que sustituye la carne y el arroz por avena y espinacas, o una versión más saludable del machboos (plato nacional de Catar cocinado con carne de pollo, ternera o incluso camello y arroz). Pero siempre su ingrediente secreto es el bezar.
“El bezar es una mezcla de especias. Suele llevar comino, cúrcuma, canela, pimienta negra, cilantro, cardamomo… Cada persona tiene su propia mezcla. Es algo único, diferente, que utilizamos en muchos platos”, comenta.
En la comida tradicional catarí lo normal es compartir. Pequeñas empanadillas crujientes rellenas de verduras, carne o queso como son las samboosa, falafel de garbanzos, hummus, la mezcla de carnes de oriente kofta a la parrilla o el regag, que son las crepas duras rellenos de crema de queso, miel, fruta, verdura o chocolate.
Noor reconoce que la receta esencial para ella es “hacer lo que amas porque lo hace especial, ya que lo que se hace desde el corazón, puede llegar a mucha gente. Trabajar duro, amar lo que haces y desarrollarlo”. Y con esa base ha conquistado millones de personas.
En la actualidad regenta una coqueta cafetería cerca del centro de la ciudad, el Blended Cafe, el que ofrece dulces artesanales y platos típicos saludables, aunque su sueño es abrir algún día un restaurante.
“Me encantaría tener un restaurante internacional con todo tipo de comida, aunque lo importante es que sea un sitio capaz de ofrecer todo lo que necesitan los clientes. Que cualquiera, con cualquier tipo de intolerancia o necesidad, pueda sentarse y disfrutar”, concluye.
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