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Cuando el 11 de mayo, la Administración del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ponga fin oficialmente a las declaraciones de emergencia nacional por la COVID-19, el Gobierno federal ya no gestionará directamente la respuesta a la emergencia sanitaria. Esto significa que cada agencia se hará cargo de la labor que le corresponde en el organigrama de servicios de salud como antes.
Una vez se oficialice el cambio, los costos de las vacunas contra el COVID-19 se espera que aumenten, ya que el Gobierno dejará de comprarlas. Pfizer afirmó que cobrará hasta $130 dólares por dosis.
Las personas que cuentan con seguro privado tendrían que pagar más por las vacunas, especialmente si acuden a un proveedor fuera de su red. Además, las pruebas gratuitas a domicilio también dejarán de ofrecerse.
Al hacer el anuncio, la Casa Blanca explicó que, con el fin de estas disposiciones, prácticamente cada persona debe responder por su comportamiento de prevención.
“Para ser claros, la continuación de estas declaraciones de emergencia hasta el 11 de mayo no impone ninguna restricción en absoluto sobre la conducta individual con respecto a COVID-19”, indicó la Administración. “No establecen mandatos de máscaras ni de vacunas. No restringen las operaciones escolares o comerciales. No exigen el uso de ningún medicamento o prueba en respuesta a los casos de COVID-19”, añadieron.
A partir del 11 de mayo, se le dará al virus un trato de amenaza endémica a la salud pública.
El expresidente Donald Trump declaró por primera vez que la pandemia del COVID-19 era una emergencia nacional el 13 de marzo de 2020. Biden ha extendido varias veces las emergencias desde que se convirtió en presidente.
El Gobierno planeaba poner fin a las declaraciones el año pasado, pero se retractó ante un posible incremento de casos durante el invierno. También la alteración dio tiempo a proveedores, aseguradoras y pacientes a prepararse. Por su parte, los republicanos en la Cámara baja aprobaron un proyecto de ley para ponerle fin a la emergencia de salud.
Aunque el número de pruebas realizadas para detectar el virus se ha reducido drásticamente, el conteo de casos continúa en descenso y por debajo de los niveles registrados en los dos últimos años.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el coronavirus sigue representando una emergencia sanitaria global. Sin embargo, una división de ese organismo determinó que la pandemia podría estar acercándose a un punto de inflexión en el que niveles más altos de inmunidad podrían reducir las muertes relacionadas con el virus.
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