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El mundial de Qatar pasó a la historia como uno de los eventos deportivos más controvertidos de nuestra historia: las denuncias por la muerte de trabajadores durante la construcción de la infraestructura, la intolerancia ante la asistencia de personas de la comunidad lgtbi, así como la falta de apoyo ante el inaceptable caso de Amir Nasr-Azadani, jugador iraní condenado a muerte por protestar a favor de los derechos civiles de las mujeres en su país, fueron las nubes grises que enturbiaron la celebración.
Sin embargo, en medio de todo ello, un país latinoamericano se coronó campeón del mundo: la Argentina dirigida por Lionel Scaloni no solamente le dio una alegría a su pueblo, sino a los millones de seguidores que tiene esta selección a lo largo del continente americano, y el resto del mundo.
Con ello otro Lionel, pero Messi, líder nato del equipo y uno de los jugadores más extraordinarios de todos los tiempos, logró convertirse en campeón mundial y obtener la única copa que hasta ahora le había sido vetada, más por cuestión de suerte que por otra cosa.
Creo que en los turbulentos momentos que vivimos como latinoamericanos es refrescante que figuras como la de Messi acaparen los focos, pues no solamente es una persona digna de admirar por sus logros profesionales, sino porque su personalidad y empeño por remar junto a sus compañeros de equipo puede servir de inspiración para las futuras generaciones.
En el deporte, así como en cualquier otro aspecto de la vida, los líderes marcan pautas de conducta y se convierten en modelos a seguir para millones de personas. “La pulga”, como le llaman cariñosamente, se ha mostrado como una figura amable, que anima a su equipo sin fanfarronerías, que marca pauta. Gentil, sin malas palabras, y sin tachaduras en su vida personal y familiar.
Con o sin copa, desde hace muchos años Messi ya era un líder de campeones por todo lo que representa para el deporte, y fuera de él. Todos y cada uno de los jugadores del equipo dieron el máximo, soñaron y trabajaron en conjunto para lograrlo, y bajo el mando del experimentado jugador, lograron el sueño. Ese es el ejemplo que todos y cada uno de nosotros debemos seguir.
Creo que si había un momento en nuestra historia para que se consolidara un liderazgo positivo que tanta falta nos hace en la actualidad, era justamente este. Mis sinceras felicitaciones al pueblo argentino por este logro.
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