En medio de un abrumador silencio, medio millar de fieles marcharon la mañana de este viernes para recrear las cinco estaciones de la Pasión de Jesucristo que se celebra de distintas formas alrededor del mundo, y que en la Ciudad de Nueva York, no por moverse en medio de una ferviente solemnidad, deja de convertirse además en uno más de los atractivos turísticos.
“Tiene mucho que ver con caminar pues creemos que el señor Jesús cargó la cruz por todo Jerusalén hasta llegar al Golgota, y pues eso implica como una peregrinación, ponerse en marcha, andar y salir y es lo que hacemos en este día”, murmuró el mexicano Javier González quien, desde hace cuatro años, viaja desde Connecticut para participar en la procesión.
La tradición del Viacrucis Sobre el Puente de Brooklyn (Way of The Cross Over The Brooklyn Bridge” inició en el año 1995 por iniciativa del Movimiento de Comunión y Liberación el cual fue fundado en Italia y actualmente cuenta con grupos en todo el mundo, Nueva York incluido.
“Ellos tienen una filosofía muy destacada sobre la presencia de Dios en las realidades del mundo, en la vida diaria, en el trabajo, en el sufrimiento”, señaló Diana B. quien desde hace cuatro años que llegó de Bolivia no ha dejado de participar en el evento. El movimiento Comunión y Liberación, basando sus enseñanzas en las sagradas escrituras, “pide a todos los cristianos que tengamos un día de penitencia y reflexión y el hecho de que lo hagamos a través del Brooklyn Bridge es como una metáfora de la realidad de la pasión y como lo interpretamos cada uno de nosotros”, agregó.
La caminata de cada Viernes Santo interpreta las cinco estaciones de la Pasión de Jesucristo y comienzan en la Catedral-Basílica de St. James en el centro de Brooklyn. Ahí, al ritmo de Las Últimas Siete Palabras de Nuestro Salvador en la Cruz” de Hayden, inició el programa: “Soy capaz de cualquier cosa, Señor, si estoy contigo eres mi fuerza”, se resaltó en una de las oraciones que fue el preámbulo de divinos cantos gregorianos.
Después los casi 500 fieles abandonaron el templo de St James y se dirigieron hacia el Puente de Brooklyn siguiendo el camino de la cruz que va a la vanguardia tanto en la ruta como en la iluminación de sus creencias.
En la parte alta de esta histórica instalación abierta a la circulación en 1883, se realizó otra parada con los cientos de fieles ocupando uno de los carriles de circulación. El orador apuntó que “nada puede ser inútil en la vida, si se intenta una ofrenda, un vínculo con el misterio de aquel hombre que fue Dios y que murió para salvarnos”. Por debajo, las frías aguas del East River arrojaba una refrescante ventisca mientras un pájaro acurrucado en un recoveco de los pilares del puente, lanzaba trinos por encima de las cabezas de los fieles como queriendo participar en el festejo.
Día de luto entre cristianos
El trayecto en el último tramo del puente fue el más complicado pues la ruta se angosta y a esa hora cientos de turistas venían en sentido contrario, preguntándose en varios idiomas, incluso con la vista, qué es lo que está pasando. Al mirar la cruz que se mueve constante, movían la cabeza como entendiendo que era una procesión con motivo del Viernes Santo. La siguiente estación se celebró afuera del Ayuntamiento con más cantos y oraciones.
“Hay un significado muy profundo en decir ´vamos de un lugar a otro, de la vida a la muerte pero también de la muerte a la vida´, algo que pasa en la cotidianidad”, anotó Javier González desde sus casi 1.90 metros de estatura. “Si miras el trayecto en el puente, la gente va haciendo su vida, nosotros tratamos de no molestar y el paso hacia acá es buscando hacerlo lo más encarnado posible que es la forma en que Jesús lo vivió”, ilustró.
La mayor parte de quienes acudieron al llamado de la procesión, lo hicieron vistiendo ropa negra en señal de duelo por la muerte de Jesucristo. Fue una marcha que se muevió silenciosa en medio de una de las ciudades más ruidosas del orbe. No era una mañana para sonreír ni socializar, sino para hacer penitencia y lamentarse de los hechos que los unen alrededor de Jesucristo y sus enseñanzas.
A estas alturas, la cruz ya había cambiado de manos y quien la trasladaba es otro de los asignados para ese cometido, mientras el reverendo Robert J. Brennan, obispo de la Diócesis de Brooklyn, estuvo detrás acompañando el proceso.
“Este evento tiene un gran significado para los cristianos, es un principio central de su fe”, dijo Louis Giovino quien forma parte del Movimiento de Comunión y Liberación.
Un viernes que no es para vacacionar
Javier Ruiz es otro mexicano que por segundo año acudió con su esposa a la procesión. “Venimos a dar un poco más de nosotros en respuesta a lo que dio Jesucristo y es la fe que nunca perdemos, la fe que se renovó con la pandemia, y que nos hace dar las gracias”, expresó previo a ingresar a la última estación en el bajo Manhattan, la Iglesia de San Pedro, que se halla rodeada de cortes judiciales, departamentos de policía y una cárcel en reparación.
“Durante la pandemia yo vi la indignación y desesperación de la gente y en mi caso pedí por todos y se renovó mi fe”, continuó Ruiz a quien le parece increíble que en lugar de “darle un significado más profundo al Viernes Santo, mucha gente sólo esté pensando en tomarse vacaciones”. Él hizo la invitación de que nos tomemos la jornada para reflexionar, y “ocuparnos de muchos de los problemas que están pasando en el mundo como el cambio climático”.
El Viernes Santo, por cierto, también marca el final de un período de sacrificio y penitencia para los cristianos etapa conocida como Cuaresma. Termina así un período de 40 días que honra las 40 jornadas de ayuno que se dice que Jesucristo soportó en el desierto.
De acuerdo con la American Religious Identification Survey, (ARIS) en 2008 el 76 % de los estadounidenses se identificaban como cristianos, 51 % de ellos afiliados a distintos tipos de iglesias protestantes y el 26 por ciento restante profesando el catolicismo.
Pese a esos números, las celebraciones de la Semana Santa no suelen empatar a las que se estilan en países de Latinoamérica como México o Brasil, y europeos como España o Italia. Empero, marchas silenciosas como la del Viacrucis Sobre el Brooklyn Bridge se afianzan cada año como una digna representación de la Pasión de Cristo.
Al salir de la Iglesia de San Pedro, los cientos de fieles se permitieron un momento de relajación. Quizás convencidos de que en pocas horas vendrá la resurrección de ese que han decidido seguir como su guía espiritual y que, en la mayoría de los casos, los ha llevado a ser mejores personas.