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MOHD ARHAAN ARCHER / AFP / Getty Images
Después de la conmoción mundial y los fuertes cuestionamientos al video difundido este fin de semana en donde Tenzin Gyatso, mejor conocido como Dalai Lama (líder espiritual de la religión budista), besa en la boca a un niño y luego le pide que le chupe la lengua, debemos hacer un espacio para la reflexión ante un tema tan delicado.
Es imposible negar lo perturbadora e inapropiada que fue toda la situación para nuestras mentes occidentales (sobre todo por la evidente incomodidad del joven) y si bien algunas personas llegaron a decir que se trata de una forma de saludo propio de la cultura tibetana, lo cierto es que estamos bastante sensibles ante denuncias de pederastia al interior de diferentes religiones (no solo en la Católica pues en 2018 también se hicieron públicos hechos de este tipo en el budismo tibetano).
Somos ligeros para juzgar pero hay varios puntos a tomar en cuenta en este caso.
En primer lugar, debemos entender que la formación de una persona como el Dalai Lama está muy lejos de ser parecida a la nuestra. Su selección como líder espiritual tuvo lugar cuando era apenas un niño (5 años) y desde entonces, ha estado aislado y ha tenido una educación basada en la compasión y el amor incondicional. Se trata de un condicionamiento para nada contaminado con nuestra mirada.
Desde la mentalidad y la pureza del alma del Dalai Lama, esto fue un gesto lúdico e inocente, pero para la mayoría de los que hemos visto esto, se sobrepasó.
Si bien a través de sus voceros oficiales, ha reconocido que fue un error y ha mostrado arrepentimiento, lo cual celebramos, este evento totalmente desafortunado no debería desmeritar su trayectoria como líder espiritual, no en vano recibió en 1989 el Premio Nobel de la Paz por su constante lucha a favor de la libertad que ha beneficiado a tantos niños de su cultura.
En ocasiones olvidamos que esas figuras de autoridad o alta jerarquía también son seres humanos y como tales, pueden tener actos equivocados que generen polémica o indignación.
Así como hace un par de años, el Dalai Lama indicó – medio en broma, medio en serio- que si su sucesora fuera una mujer, “debería ser atractiva” también el Papa Francisco estuvo en el ojo del huracán al molestarse y golpear a una mujer en la mano cuando esta le tomó bruscamente.
Para conocer más de la personalidad del Dalai Lama y conectar con su particular forma de humor e inocencia, te invito a ver el documental disponible en Netflix llamado Misión Alegría en donde fue entrevistado por el arzobispo anglicano Desmond Tutu (otro Nobel de la Paz).
A pocos días de ir a India, justamente a Daramsala (residencia de este líder espiritual) en donde vive su exilio desde que escapó del Tibet, te invito a mirar este episodio con ojos de compasión y neutralidad.
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